El corazón es un músculo vital para el organismo. Al igual que una bomba, propulsa la sangre hasta los órganos para proporcionarles oxígeno y nutrientes. Se adapta a las necesidades de dichos organos ajustando su ritmo, para poder mantener un flujo sanguíneo adecuado. En ciertas enfermedades neuromusculares, el corazón puede sufrir diferentes problemas que le impiden actuar como bomba y que conducen poco a poco a una insuficiencia cardíaca: problemas del ritmo cardíaco, problemas de conducción o degeneración del propio músculo cardíaco (el miocardio). Las afectaciones cardíacas en las enfermedades neuromusculares están cada vez mejor descritas.
Sabemos que aparecen de manera silenciosa, ya que los síntomas no se manifiestan hasta pasado un tiempo. De ahí la importancia de llevar a cabo un seguimiento cardiológico desde que se diagnostica la enfermedad neuromuscular, para saber en qué punto se encuentra la función cardíaca. Esta actuación permite a los médicos proponer tratamientos que retarden la aparición de las complicaciones cardíacas, limiten su evolución y compensen sus consecuencias, una vez que aparecen.